Las alertas no son opcionales: diseñando procesos resilientes

Daniel González

Diseñar procesos en la nube no termina cuando logras que funcionen.
La verdadera madurez llega cuando piensas en lo que pasa si dejan de hacerlo.

Las alertas son, en ese sentido, una pieza crítica. Pero no se trata solo de “avisar si algo falla”, sino de hacerlo de la forma correcta.

Un error común es incrustar la alerta dentro del mismo proceso. Suena lógico: si el job no termina, que dispare la notificación. Pero ¿qué pasa si el problema está en que el proceso nunca llegó a arrancar? En ese caso, la alerta tampoco se ejecuta.

👉 La práctica más robusta es separar responsabilidades:

  • El proceso hace su trabajo.

  • Otro proceso independiente lo vigila: comprueba que haya arrancado, que esté dentro de los tiempos esperados y, si algo va mal, levanta la mano.

Pero ahí no termina la historia. Una alerta no debería ser simplemente un “falló”. Para que sea realmente útil, debe dar contexto accionable. Como arquitectos e ingenieros en la nube, sabemos que una notificación vaga puede generar más ruido que ayuda.

Una buena alerta debería incluir, al menos:

  • Qué proceso ha fallado (nombre, entorno, región si aplica).

  • Dónde se originó el fallo (inicio, ejecución, cierre, dependencia externa).

  • Cuándo ocurrió (timestamp claro y consistente).

  • Qué impacto puede tener (ejemplo: “el pipeline de facturación no se ejecutó”).

  • Nivel de criticidad (informativo, warning, crítico).

Con eso no solo sabes que algo falló, sino cómo priorizarlo y reaccionar rápido.

🔹 Ejemplo real:

  • Alerta vaga: “Job X failed”. → Requiere abrir logs, revisar dependencias y perder tiempo.

  • Alerta madura: “El proceso de facturación en us-east-1 no inició a la hora programada. Impacto: no se generarán facturas del día. Nivel: crítico”. → En segundos sabes qué hacer y a quién escalar.

En entornos cloud, esto conecta con prácticas de observabilidad y SRE (Site Reliability Engineering):

  • Métricas + logs + trazas son tan importantes como el propio código.

  • Las alertas deben estar integradas con sistemas de incident response (PagerDuty, Opsgenie, Slack, etc.).

  • Automatizar la remediación cuando sea posible (ejemplo: reiniciar un pod caído sin intervención humana).

Al final, las alertas no son un extra: son parte del propio diseño de la solución. Diseñarlas bien refleja una mentalidad de resiliencia, de anticipación y de operación madura.

Cuando pensamos las alertas como parte del producto, logramos sistemas que no solo funcionan, sino que se recuperan y evolucionan.
Y esa es la diferencia entre reaccionar tarde o estar siempre un paso adelante. 🚀